Gran Bretaña podría afrontar graves problemas económicos a finales de año

La economía del Reino Unido se enfrenta a un desafío a finales de 2023, ya que los indicadores han llevado al Banco de Inglaterra a detener su rápido endurecimiento de la política monetaria, el más rápido en tres décadas.

Se avecinan advertencias de recesión, y la encuesta de gerentes de compras apunta a una contracción y un posible aumento del desempleo. Este cambio en el enfoque político de la lucha contra la inflación a los riesgos económicos complica la tarea del Primer Ministro Rishi Sunak en la próxima conferencia del Partido Conservador.

El PMI global del S&P cayó aún más en territorio de contracción en septiembre, lo que indica una fuerte caída de la actividad económica. La firma de investigación también destacó la tasa más alta de recortes de empleos desde la pandemia y la crisis financiera global hace más de una década. En respuesta, el Banco de Inglaterra canceló una subida prevista de los tipos de interés y revisó el crecimiento del PIB a sólo el 0.1% en el tercer trimestre, por debajo del 0.4% previsto anteriormente.

La inflación disminuyó más rápido de lo esperado, con el índice de precios al consumidor cayendo al 6.7% en agosto, por debajo de las expectativas del BOE y de los economistas de un 7% o más. El gobernador Andrew Bailey predijo una nueva caída de los valores en octubre. Si bien Bailey pidió cautela, existe la sensación de que el Reino Unido ha cambiado de rumbo debido a una fuerte inflación, impulsada por la decimocuarta subida de tipos consecutiva del BOE.

Las ventas minoristas aumentaron un 0.4% en agosto, compensando una caída en julio debido al mal tiempo. Sin embargo, se espera que las ventas minoristas tengan un impacto neto en el PIB para el tercer trimestre, a menos que se informe de un aumento del 1.4% o más en septiembre. El economista Alex Kerr sugiere que el crecimiento en agosto puede no ser tan fuerte como parece, prediciendo una caída en el gasto de los consumidores en los próximos trimestres.

Si bien los salarios finalmente están superando la inflación, obstáculos económicos más amplios aún pueden ejercer presión sobre los presupuestos de los hogares. El volumen de ventas minoristas se mantuvo un 1.5% por debajo de los niveles previos a la pandemia, lo que provocó un mayor gasto en menos bienes comprados. La confianza del consumidor está mejorando, pero podría tener dificultades debido al impacto del aumento de las tasas de interés.

Es poco probable que el gobierno brinde apoyo fiscal durante este período difícil. A pesar de los datos positivos sobre las finanzas públicas, la deuda pública se encuentra en su nivel más alto desde principios de la década de 60, y una recesión económica podría amenazar los ingresos tributarios. El canciller Jeremy Hunt cree que los recortes de impuestos son "prácticamente imposibles" dados los actuales desafíos económicos y fiscales.

El mercado inmobiliario se está enfriando a medida que las tasas hipotecarias más altas dificultan la asequibilidad. Los precios medios de las viviendas cayeron ligeramente en julio desde su máximo en noviembre. Esta tendencia, combinada con una caída esperada del 10%, podría tener un impacto adicional en la economía, reduciendo potencialmente la riqueza de los propietarios de viviendas y aumentando la carga para los aspirantes a compradores de viviendas.

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